(ante la escultura de S Francisco de Dupré)
Francisco, vengo con el alma
ardida
de un afán no soñado, de un
cimero
empeño de encontrarme, al fin,
entero
en esta ansia de ser algo en mi
vida…
Yo fui ayer como un agua divertida
por cinco cauces mínimos, y hoy
quiero
hacer ir este río de mí, entero,
por un cauce sin agua dividida…
Francisco, vengo con el alma
ardida
de un afán renovado… tú me
enseñas
a hacer mi fuerza en unidad, se
empeña
toda el alma en esta presentida
Conquista. Todo en mí alma y
sentido,
hacia ese afán señero se
divierte:
“Quiero ser uno en mí para ser
fuerte,
quiero hacer de mí un grito
henchido…”
C. L. Urabayen
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