domingo, 9 de enero de 2011

NOTA BIOGRAFICA



Por muy esperado que fuese su final, el Hermano Camilo se nos fue inesperadamente. En los últimos tiempos había sufrido mucho sobre todo por su invalidez e incapacidad para valerse por sí mismo. De modo que, no me cabe duda de que su partida fue, para él, una gran liberación.
Siempre lo conocimos como un hermano introvertido y reservado, pacífico y moderado, dotado de un carácter armonioso y controlado. Nunca presenciamos en él una elevación de tono o una reacción discordante. Fue un hermano ideal, modelo de equilibrio, en un estado de ánimo en perfecta serenidad, no exento de paz y dulzura.
En el año 1951 sus Superiores le propusieron emigrar a Argentina. A poco de llegar a Buenos Aires, lo destinaron al Instituto Euskal.Extea. Allí se incorporó alegremente a la Fraternidad capuchina integrada por 20 hermanos, todos ellos vasco-navarros, dedicados a la docencia.
El Hno. Camilo se integró rápidamente en la nueva comunidad y comenzó a dar clases de literatura y castellano. Más tarde desarrollaría también una amplia actividad extra-escolar como campamentos de verano y Cine-Forum para jóvenes durante 10 años.
Permaneció en ese Instituto durante 16 años, a lo largo de los cuales el Hno. Camilo fue evolucionando y experimentando una transformación intelectual de fondo, sin dejar de vivir una crisis con sus compromisos religioso, sobretodo con el celibato, como un problema que afectaba su desarrollo espiritual. En todo caso, el Hno. Camilo había ido madurando al respecto alcanzando una suerte de equilibrio.
Con sus compañeros de comunidad Camilo fue siempre muy feliz, según me lo dijo repetidas veces, pues se trataba de un grupo humano peculiar con un estilo de vida abierto y liberal, algo que rimaba muy bien con el talante personal, tendencias y aspiraciones de Camilo.
En la década de los sesenta (época del Concilio) el Hno. Camilo fue experimentando un cambio de mentalidad bastante profundo en relación con las enseñanzas tradicionales de la Iglesia. Deseó vivamente y pidió insistentemente hacer algún curso de actualización teológica, y por los años 1966-1968 participó asidua y entusiastamente de las clases dictadas por prestigiosos profesores del Intituto Teológico Juan XXII en Madrid. A lo largo de esos dos años, el Hno. Camilo fue madurando y confirmándose en la fe y convicciones renovadoras de un hombre de Iglesia inquieto y buscador.

*   *   *

En septiembre del año 1979 el Hno. Camilo se integró en el equipo de CEFEPAL (Centro de Estudios Franciscanos para América Latina) con sede en Santiago de Chile donde, fuera de pequeños intervalos de ausencia, habría de permanecer hasta el final.
Fueron años muy intensos, y desde el primer momento se sintió muy bien en el Centro por su ambiente intelectual; allá se integró sin esfuerzo al dinamismo del grupo. Por muchos años fue director de la revista Cuadernos Franciscanos. Fue una época en que Camilo se sintió en la plenitud de su vida, en que sus afanes innovadores fueron en aumento, participando creativamente en Asambleas internacionales en varios países, colaborando en las labores editoriales de mis libros y otros libros de carácter  franciscano que editaba el Centro.
Escribió un precioso librito llamado El joven Francisco; y más tarde otro libro que recoge todo su proceso de maduración llamado Espejo de Imperfección. Por largos años compartió inquietudes y sueños conmigo, en una amistad fuertemente consolidada, en un intercambio de ideas e ideales, primero en Santiago Centro y luego, en Lo Barnechea, al pie de la cordillera, en una casa llamada CASA FUNDACIONAL, propiedad de la institución internacional llamada “Talleres de Oración y Vida”, reconocida por la Iglesia como Asociación Internacional de fieles, de Derecho Pontificio y con personalidad jurídica, Asociación en cuya expansión el Hno. Camilo participó por largos años con entusiasmo apasionado y gran acierto.
Y así, el Hno. Camilo Luquin trabajó con ganas en el estilo de vida y actividades del Centro, colaborando ampliamente sobre todo en lo relativo a su actividad editorial y de difusión y en la dirección y modernización de Cuadernos Franciscanos, participando también activamente en algunos Encuentros internacionales de Talleres de Oración y Vida.
A su manera y estilo fue integrándose cada vez más a fondo en el gobierno de la Casa Fundacional, su adecuación y consolidación, participando en encuentros con talleristas en numerosos países, en la publicación de boletines informativos, y todo esto por años y años hasta una edad muy avanzada.

*   *   *

Y así, lentamente, el Hno Camilo fue entrando en el atardecer de la vida, una vida fecunda.
Fue un lector insaciable de libros modernos y de actualidad. Le encantaba ir al centro de la ciudad, en busca de las grandes librerías, y allí pasar horas leyendo las últimas novedades de la cultura. Estaba al tanto y vibraba con los últimos avances y novedades de la teología moderna.
Su conversación era siempre rica, fecunda, moderna.
Los que lo escuchaban por primera vez, en un diálogo, quedaban admirados de su sabiduría y profundidad. Donde quiera que se hiciera presente, su presencia resultaba sumamente enriquecedora.
Su trato personal era delicado y atento, notablemente fraterno; nunca hablaba mal de nadie. De cada paseo vespertino que hacíamos los dos, yo siempre regresaba con la sensación de haberme enriquecido sobremanera. Fue un Hermano Menor ideal, lleno de moderación, madurez y riqueza.
El haber convivido con Camilo durante tantas décadas fue el privilegio supremo de mi vida.
Después de su partida, al revisar y poner orden en su celda, me he encontrado con escritos valiosos, con materiales originales de primera categoría, que esperamos editar con el paso del tiempo.
Paz eterna para ti, querido Camilo

Ignacio Larrañaga





No hay comentarios:

Publicar un comentario