viernes, 27 de julio de 2012

FUERZA UNIDA


(ante la escultura de S Francisco de Dupré)


Francisco, vengo con el alma ardida

de un afán no soñado, de un cimero

empeño de encontrarme, al fin, entero

en esta ansia de ser algo en mi vida…


Yo fui ayer como un agua divertida

por cinco cauces mínimos, y hoy quiero

hacer ir este río de mí, entero,

por un cauce sin agua dividida…


Francisco, vengo con el alma ardida

de un afán renovado… tú me enseñas

a hacer mi fuerza en unidad, se empeña

toda el alma en esta presentida


Conquista. Todo en mí alma y sentido,

hacia ese afán señero se divierte:


“Quiero ser uno en mí para ser fuerte,

quiero hacer de mí un grito henchido…”



C. L. Urabayen

miércoles, 14 de septiembre de 2011

Yo, Adán


Yo, Adán,
plantado en esta tierra
virgen,
rodeado de nada,
rodeado de todo.

Yo, el hombre sin infancia,
que no se reconoce
a sí mismo,
a no ser en el barro
de la tierna ribera,
la orilla luminosa
que se funde a lo lejos
en El mismo.

Reconozco a mi padre en ese río
sin orillas,
a mi madre en la bruma
que lo envuelve
cada mañana.

Mi piel tiene el color del barro noble
amasado en la piedra
caliente,
el crisol de sus manos.

El ardor de su aliento me levanta
ampollas de deseo
cada mañana.

Y me siento estar solo,
rodeado de gritos
o pozos de silencio
y espadas
entrecruzadas.

El oscuro torrente
de mi sangre
en el sueño se amansa,
se condensa en perfiles
incomparables,
recreándome.

Sé que alguien me espera,
que este vacío que me envuelve
engendrará una forma cálida
semejante a mí mismo.

Sé que no he de morir.

Yo sé que estás ahí


Y ahora se que estás ahí en lo hondo
de mí consustanciado, claro oscuro y cierto
como en el sueño y más en el incierto
fluir de la conciencia y su trasfondo
En lo hondo de mí y el incesante
fluir de la memoria y el olvido,
de ser lo que no soy (fui), clamo incesantemente.


viernes, 26 de agosto de 2011

TÚ EL BARCO, YO EL NAVEGANTE

(Al Piloto que lleva mi nave)



Tú el barco, yo el navegante
para la larga ruta… la ruta se hace
la ruta se hace luz
blanca de Sol y Luna.

Si está blanda la mar
            y hay mucha
lejanía sin nubes… y está el Sol
mirándonos en su hondura
azul… Cual la estela florece,
abanico de espuma,
tú el barco, yo el navegante
para la larga ruta…!

Pero si hay marejada
y el mar crispa sus albas
                                   melenas
y el sol en sus teorías
                                   de nubes
se arrebuja y se cela,
se pasan las gaviotas
locamente, en vuelta –
                                   sin rumbo,
Ay mi nave velera
abierta a todo empuje
exterior y a toda fuerza…!

………………………..

(Ay mi barco velero
con sus tres velas nuevas
en sus tres palos viejos!
Abierto a todo empuje exterior
exterior y a todo viento…!

           II

Marinero, tú empuja
el timón con vigor…
tú estás sobre la ruta, vigía,
por si el sol
se pone triste y pasa
locamente, sin rumbo
                        la gaviota
sobre el palo mayor…

Tú tienes para todas
                                   las rutas
bien provisto el pañol…
tienes hechas las manos
de energía y de amor…
Y tienes en la frente
            un Sol.

             III

Ya está cerca la playa,
y a lo lejos el ángulo
                                   verde
del puerto se columbra
encendido de sol.
Pero aún tiene en su aguja
la Rosa de los Vientos inquietudes
            y dudas…
…………………………………..

(Para qué cantar ya los aleluyas,
si aún hay noche en la proa
y en la cofa penumbra?)

Yo el barco, tú el timonel
para la larga ruta,
blanca de Sol y Luna.
Ya no tiene en su aguja
La Rosa de los Vientos inquietudes
            ni dudas,
yo el barco tú el timonel
para la larga Ruta.

C. L. Urabayen

Árbol o llama


Continuidad de roca sabiamente
configurada, en donde Dios reposa,
desde su permanencia hasta una rosa
nacida de su fe divinamente.

Árbol, botón de espuma, oscuramente
trasparentado, llama silenciosa,
acercado al dolor de cada cosa
quizás en su deseo de ser fuente.

Árbol vencido siempre, muerto a plazos,
desde su sueño, más, desde su nada,
maravilla de fe, ofreciendo a cada
primavera otra vida entre sus brazos.

Desde algún rejo oculto hasta una rama
continuidad de amor, árbol o llama.


(Vértice – Primavera 1955) Pamplona

Tarde pensando

Estábame a la sombra alta y sonora

de un álamo y el río murmurando

a mis pies, claro. Estábame pensando

todo: pájaro, sol, flor, río, hora.

P á j a r o  ,  s o l  ,  en mi alma amarga
                                               ahora,
s o l  ,  luz; p á j a r o, canto estoy pintando,

R í o, todo a mis pies, claro, pasando

paralelo a mi vida inquieta, llora.

 
F l o r en hojas movidas de preclara

lumbre, - rosa, azul, malva, - así en mi vida

espera ya una h o r a clara, ungida,

también mi vida, al fin, pintada y clara.


Estábame a la sombra alta y sonora

pensando: río, sol, flor, pájaro, hora.


(en Vértice 1949)


domingo, 16 de enero de 2011

Viento de la Memoria



Ya no soy el muchachito, casi un ángel,
casi ni yo mismo,

cuya existencia justificaba la de las alondras
y cuyas manos florecían cada primavera.

¿Recordáis mi partida o
mi incursión en la aventura?

Pues bien, yo he olvidado ese instante.
Yo he olvidado el sabor de vuestras lágrimas.
Yo lo he olvidado todo.

Sólo recuerdo el tren bajo la lluvia.
El olor de otros hombres que también
        habían traicionado su nostalgia,
el chirriar de las ruedas, lejos ya
        del Paraíso,
y el paisaje olvidado
que me entregaba el tiempo de la muerte.

Desde entonces, todo pertenece a
        la memoria,
mis ojos y mis manos y mi sangre,
mi soledad y mi muerte.

                       * 

Alguien que me nombre

Mansamente desciendes, lluvia amiga,
sobre mi corazón en duermevela,
y esa tierna fluencia me desvela
la conciencia, aliviando su fatiga.

Todo bulle, se exalta y se prodiga
por tu virtud; mi corazón anhela
esta embriaguez lustral que me revela
el gozo y la constancia de la espiga.

Vengo de arduos caminos y quimeras,
de un dolor de mil años y la oscura
certeza de encontrar, al fin de esperas
incontables, un rostro, una figura

que me alivie el cansancio de ser hombre,
alguien que me revele y que me nombre.